En los días azules la normalidad viaja en autobuses sin gente. la gente tiene miedo de la gente y en Madrid ya no hay contadores de historias que nos salven de la dictadura de los débiles.
Por suerte tengo un amigo que aun me habla de Umbral, de su Madrid noctámbulo y quebradizo, - El Madrid que siempre amé- me dice... Un amigo que ríe conmigo a carcajadas mientras este esperpento que llaman Nueva Normalidad está quebrando los sueños de media humanidad.
También me acompaña un ángel que comparte sueños incandescentes, incondicionalidad en la piel y en los besos y helado de frutas conmigo; que cree en los milagros y me ha enseñado la valentía de la fe.
En los días azules la normalidad viaja en autobuses sin gente, pero en esos días nosotros creamos nuestro paraíso exacto, ajenos al ruido de la metralla invisible, de la tristeza que han inyectado en el pecho de los que no ven... y de los que ven demasiado.
Y ya no esperamos el milagro, porque hemos aprendido a serlo.
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