Han dejado de escuchar el grito
rasgado de los locos, de los vivos.
nadie va a escucharte tras tu insomnio
ni quebrase los huesos contra tu suelo.
Pocos van a preguntarte si escapaste
de aquel infierno helado que te mantuvo
temblorosa y congelada en el tiempo
desnuda e indefensa en tu abandono.
La vida era otra cosa ¿Recuerdas?
Era la búsqueda eterna entre aquello
que tenía su propia luz. No dejar nunca
de tener relámpagos en los ojos.
La vida era tener soles en los dedos
aunque quisieran apagar la luz,
era crecer
sin traicionarnos,
caminar pese el miedo.
La vida era un salto,
un corte de mangas al precipicio.
Un puente que construíamos sin saber
si al otro lado habría alguien para
sujetarlo.
La vida, se hacía de adentro.
Era sencilla como dice la Navaja de Ockham,
Aunque nos empeñemos en dibujarla
Con una máscara de fiebre y un vestido de
soda.
Y entonces…
Se nos presenta a nuestra imagen y
semejanza
Haciéndonos inequívocamente de arquetipo
y espejo.
La farsa, que vacía su carcoma ocre
Sobre la casa varada que otros
Construyeron para nosotros.
Y nos quedamos con labios imberbes
A la espera del final del cuento
Confundiendo esta farsa con la vida, y
A Dios con un mercenario.
Los veo pasear, parecen humanos pero
Se mueven, beben y hablan como zombies
programados,
(Sin saber que están muertos o heridos de gravedad).
Deshabitan esta ciudad, sin preguntarse nada.
Maltratan la ley de la gravedad entre la
inquina
Y la vergüenza, de noche los oigo gritar desde
el quinto
Pareciera que vomitan sus demonios sobre mi
barrio,
Están tan ciegos
Que a su alrededor hay ríos de sangre
Y salen a la calle vestidos de domingo
Con la única intención de no mancharse el
traje.
Imagen: Chema Madoz |
Hoy más que nunca se hace latente esas palabras. El aumento frenético de borregos por doquier, como zombies sin sed ni esperanzas
ResponderEliminar